“Las prisas por despedirse no son buenas”

“Las prisas por despedirse no son buenas”

JAUME PRATS, Profesor y Tanatopractor en Pompas Fúnebres de Badalona

 

¿Por qué tanatopractor? Estudiaba para administrativo y hacia una suplencia en una funeraria. La curiosidad me llevó a ver qué se hacía con los difuntos y desde entonces… Me gusta romper tabús y ver la muerte con naturalidad. Vivo mi profesión con vocación y lo reflejo en las aulas siempre que puedo.

SORTEM.¿Cómo definiría la profesión para los que al oír tanatopractor, se imaginan a un dinosaurio en una película de Jurassic Park?

JAUME PRATS. – Ser tanatopractor consiste en tratar a un difunto lo mejor posible para que las familias lo recuerden tal y como era. Estamos presentes en todo el proceso que va desde la recogida hasta la presentación a la familia. Pero esencialmente, nuestro trabajo se centra en ofrecer una imagen más amable, que transmita tranquilidad y paz, para ayudar a superar la pérdida a sus familiares y que puedan despedirse con calma. Es un primer paso para acortar el tiempo de duelo y eso es algo que siempre da sentido a la profesión.

 – La Tanatopraxia es una profesión de moda y cada vez más demandada. ¿Oportunidad o peligro para el sector?

J.P. – Realmente es una oportunidad. Profesionales más capacitados y mejor formados suponen mayor competencia y la competencia siempre es sana. Por eso, es importante mantenerse activo y seguir informado sobre las novedades que rodean a la tanatopraxia en todos los niveles. Representa un estímulo para seguir en movimiento y en continua evolución donde los servicios a la familia cada vez cobran mayor importancia.

El futuro de los tanatopractores pasa por …

J.P. – … obtener una titulación reglada y oficial para desarrollar con garantías el trabajo. Es el siguiente paso necesario para amparar y formar a los tanatopractores y las tanatopractoras del futuro, que ya han entrado con fuerza en el sector aportando una nueva sensibilidad.

¿Qué podemos exportar a otros países de nuestra forma de tratar la profesión y qué deberíamos importar de otros lugares para mejorarla?

J.P. – Exportar, no demasiado. Importar, muchas cosas. Para empezar, en varios países como Francia, Inglaterra o Estados Unidos, es una carrera de entre tres y cinco años. La formación es global y se abarca toda la gestión del servicio funerario en aspectos económicos, técnicos, logísticos, anatómicos… Por tanto, la diferencia es sustancial.

Antes de iniciar una preparación de un cadáver, ¿qué planifica?

J.P. – Inicialmente nada. Lo más importante es escuchar los deseos de la familia. No debemos acometer ningún trabajo sin la autorización de los familiares. Hablamos con ellos y captamos que quieren, que necesitan. Después se trata de transformar en realidad esa petición para que la despedida sea lo más serena posible.

«Más que avances técnicos, habrá un cambio de orientación al servicio»

¿Qué avances técnicos y conceptuales marcarán el camino de la futura Tanatopraxia?

J.P. – Más que avances técnicos, qué seguro que los habrá, será un cambio de orientación al servicio. La muerte es un paso natural y las prisas para despedirse, no son necesariamente buenas. Ser capaces de transmitir esa calma a la familia para que acepten y entiendan la pérdida. En definitiva, utilizar las técnicas que ya poseemos para tratar al difunto, y darles ese tiempo de reacción tan necesario.

¿Existe un riesgo real de intrusismo laboral? ¿Cómo se podría minimizar?

J.P. – No, no como riesgo. Es cierto que cada vez hay más gente interesada o que se acerca por curiosidad a la profesión, pero la incidencia es mínima.

Situaciones complicadas ante la mesa de trabajo seguro que se ha encontrado. ¿Cuál es la tarea más compleja y delicada a la que se ha enfrentado?

J.P. – La verdad es que tareas complejas no hay. Si hablamos de tiempo, hay acciones que se alargan más o menos, pero no es debido a la dificultad. Sin duda, el espacio donde trabajas y el material que tienes a tu disposición, facilitan el trabajo. Es evidente que una reconstrucción siempre requiere de mayor esfuerzo, pero no necesariamente tiene que ser complicada.

En el capítulo de anécdotas, seguro que guarda alguna digna de ser contada …

J.P. – ¿Anécdotas? No son tantas como se puede llegar a pensar. Es cierto que hay alguna situación que te provoca alguna sonrisa, pero no va más allá. Recuerdo con cariño que mientras acompañaba a una familia un poco más retirado, en segundo plano, vinieron a darme el pésame.